El despido se produce cuando un empresario toma de manera unilateral la decisión de terminar la relación laboral que había sido acordada entre ambos por medio de un contrato. Ahora bien, este tipo de despido se puede deber por causas disciplinarias u objetivas. En el primer caso se da cuando la finalización de la relación laboral se da por causas ajenas al trabajador.
Aquí podemos encontrar algunas causas, por ejemplo, un descenso importante en el número de ventas o de pedidos, ya que la culpa no recae en el trabajador. En el segundo caso, en cambio, la culpa sí que se considera que es del propio empleado. Por ejemplo, se puede dar por un descenso importante y continuado del rendimiento, por generar disputas y conflictos.
También puede darse un despido objetivo por actuar de manera temeraria o bajo los efectos del alcohol o de las drogas a pesar de encontrarse en un puesto de trabajo en el que existen riesgos para sí mismo y para los demás empleados. No obstante, cualquiera de estos dos tipos de despido puede ser considerados como procedentes, nulos o improcedentes con posterioridad.